martes, 15 de octubre de 2013

Punto de vista

Todas las mañanas ojeaba lentamente el periódico mientras tomaba un café.
Siempre veía: guerras civiles en las revueltas callejeras de otros países, caos en las instituciones del estado por las actuaciones ilícitas y corruptas de los políticos, todo el mundo sin trabajo y sin dinero abocados a la indigencia, la totalidad de los matrimonios de famosos celebrados durante el año destrozados por las infidelidades, numerosos muertos en su ciudad, frío polar y temporal de nieve en la predicción del tiempo para esa semana, los malos resultados de su equipo preferido, que lo situaban en el último puesto de la tabla de clasificación, y una televisión con veinticuatro horas de anuncios publicitarios y programas de cotilleo.
Un día después de una operación quirúrgica, empezó a ver: fotos de ciudades extranjeras con gente pacífica y alegre paseando por sus bulliciosas calles, políticos honrados y preocupados por el bienestar de los ciudadanos, el transporte público atestado de gente que iba a trabajar, parejas felices con muchos años de convivencia, la página de obituarios vacía, cielos azules y sol radiante durante varios días por todo el país, el cambio de entrenador trajo algunas victorias que hicieron abandonar al equipo los puestos de descenso. Ahora podía ver también programas culturales y películas de buen cine.
Recientemente le habían trasplantado las córneas de una persona muy optimista.

lunes, 22 de julio de 2013

El sorteo

Llegó a la oficina a las ocho en punto, colgó el abrigo y la bufanda en el perchero de madera, encendió la radio y buscó una emisora donde radiaran el sorteo de la lotería de Navidad.
Cada vez que los niños alzaban la voz para cantar alguno de los premios gordos, lo escribía con un diminuto lapicero en un cuaderno cuadriculado, metía la mano en el segundo cajón de la derecha de su mesa, sacaba un sobre amarillento y extraía los décimos, que comprobaba con inusitado interés.
Pasaba por alto la aburrida letanía de los premios menores. En su situación solamente le era propicio uno que viniera acompañado de una cantidad más abultada de dinero.
Acabado el sorteo repasó la lista y vio que ninguno de sus números figuraba en ella.
Subió despacio los tres tramos de escalera, abrió la puerta y pronunció un nombre con voz queda. Su mujer estaba en la cocina preparando el almuerzo, la mesa ya estaba puesta. La besó, entonces notó que todo lo que necesitaba estaba en esa estancia de la casa.

lunes, 10 de junio de 2013

El puente

Desde muy pequeño le habían llamado poderosamente la atención la robustez de su piedra y la solidez de su construcción.
Cada tarde a la salida del colegio, mientras lo atravesaban, se paraban a mitad del recorrido y su abuelo aprovechaba para contarle entretenidas historias acerca de la obra y de las vidas que se habían perdido en tan peligroso trabajo.
Nunca se hubiera podido imaginar que, pasados unos azarosos años, se encontraría de pie sobre su pretil con una voluminosa pieza de hierro en sus manos y una carta de despedida cuidadosamente doblada, sobresaliendo por el bolsillo de su abrigo.
A través de la espesa niebla de la mañana, oyó como la enérgica voz de su amigo el policía local, le conminaba a deponer su actitud. Situado a sus pies le explicó, con expresión ya más suave, los posibles desperfectos e incluso las manchas que, con su conducta, podría ocasionar al monumento.
Pesaroso se bajó, lo abrazó con fuerza y con andar taciturno se dirigió hacia la plaza del pueblo.